El acto de conducir implica el riesgo de incurrir en responsabilidades frente a terceras personas como conductores, peatones u ocupantes de tu vehículo. Por eso, la ley obliga a disponer de un seguro obligatorio de responsabilidad civil para los vehículos a motor, matriculados o no, que cubra los daños personales y materiales hasta importes fijados legalmente.
Más allá de la cobertura obligatoria, existen otras de carácter opcional tales como los accidentes del conductor y los ocupantes, la asistencia en viaje, los cristales, la defensa, la reclamación de daños, los daños del propio vehículo, el incendio y el robo.
El precio de este seguro se calcula con variables tales como: número de vehículos, zona de circulación, tipo, peso, potencia, valor del vehículo y uso a que se destina; y también según la edad, el sexo, la antigüedad del carné y los antecedentes siniestrales del conductor.